Su aspecto general no debe dar nunca la impresión de excesiva pesadez o peor aún de torpeza. Cabeza larga y estrecha con hocico macizo y labios densos, mirada fiera en ojos preferiblemente muy oscuros y de tamaño medio; orejas de inserción alta con corte largo y en posición perfectamente erguidas; cuello largo, enjuto y musculoso con una curvatura ligera y elegante; cruz muy alta con línea superior recta y sólida que desciende ligeramente hacia atrás; tronco sólido con tórax bastante desarrollado (caído y profundo) sostenido por extremidades musculosas perfectamente verticales con pies compactos (denominados "pies de gato"); piel tensa y no abundante que le da el justo relieve a la musculatura. Estas son todas las características que debe poseer un buen Dogo. Su estampa fiera, noble y elegante, se evidencia aún más cuando se desplaza con paso largo y elástico adoptando una actitud altiva y muy particular. Por lo tanto, es un conjunto de fuerza, potencia, elegancia y ferocidad que hacen de él un perro de gran calidad. Pelaje. El pelo corto, brillante y bien adherido en todo el cuerpo no tiene necesidad de muchos cuidados y atenciones. Alguna cepillada es suficiente para mantenerlo siempre en perfecta forma. El color del manto puede ser leonado o atigrado y en ambos casos deberá acompañarse de una máscara muy oscura que, sin embargo, no debe superar la línea de los ojos para no oscurecer demasiado la expresión. En el atigrado, las franjas deben estar bien marcadas sin confundirse con el color del fondo que siempre se presenta de un leonado más o menos intenso. La variedad negra y azul deberán tener un pelo lustroso sin mezclas con pelos claros; el arlequín presenta un pelaje con placas más o menos extendidas de color negro brillante que deben destacarse netamente del fondo siempre de un blanco perfecto. Adiestramiento. A diferencia de otras razas, utilizadas principalmente para la defensa como el Pastor alemán, el Boxer, el Dobermann etc., el Dogo, como ya hemos dicho, es específicamente empleado para la guardería. Guardería entendida como custodia de la casa y de las personas que en ella viven. Parece evidente que de poco sirve educar primero y adiestrar después al perro, en una escuela especializada, ya que tanto la educación como el adiestramiento sean impartidos por su propietario. Entonces es preciso comenzar haciéndole conocer la propiedad que después tendrá que custodiar, entendiendo por ello casa y jardín y manteniéndolo tanto en las habitaciones como en el exterior. es conveniente evitar, sobre todo fuera de la casa, especialmente en la calle, que todos lo acaricien ya que el perro debe sentir principalmente el afecto del propietario y de su familia. También muy importante resulta hacerle comprender que una persona que está en la casa, conjuntamente con el amo, es una persona amiga y que por lo tanto debe ser tratada como tal. Como pertenece a una raza particularmente inteligente no resulta para nada difícil enseñarle estas cosas. Sin embargo, a lo que debe tender especialmente la educación del Dogo, es a no convertirlo en una fiera. La desenfrenada e irracional ferocidad que a veces vemos en algunos Dogos es sólo el fruto de una inadecuada educación por parte de desconsiderados que quieren el perro "malo a cualquier precio". Todos los perros, y por supuesto también el Dogo, más allá de las características naturales que presentan desde el nacimiento, asimilan una serie de nociones impartidas por el hombre, ya que no existen perros que nazcan feroces y mordedores. Se convierten en tales por malos tratos o educación irracional durante la cual no logran comprender qué es lo que deben y no deben hacer. Estos casos, eventuales actos de ferocidad y violencia, no son ciertamente imputables al animal sino a su amo. El Dogo necesita grandes espacios para moverse; el tenerlo en lugares estrechos o peor aún, atados con cadena, modifica sustancialmente su carácter haciéndolo exageradamente malo y feroz. Si por el contrario tiene la posibilidad de efectuar grandes desplazamientos y largos paseos, mantendrá un equilibrio de carácter que no causará preocupaciones. Por lo tanto, en la elección de un cachorro será preciso conocer a sus padres ya que los caracteres hereditarios se trasmiten a los hijos a través de los cromosomas, tal como sucede en el género humano.